La luna reflejada en el agua. Priv.

Estaba ya cansado de misiones, de llenar mis manos de sangre inocente, sin ninguna razón en concreto, sólo porque me lo mandaban. Sólamente porque unos altos cargos me obligaban a hacerlo, lo tenía que cumplir, ya que esa era mi única misión en este mundo, mí único objetivo en toda mi miserable vida. No había luz que eclipcase mi tenebrosa y poderosa oscuridad de mi corazón y de mi ser. No había nadie capaz de..salvar a esta sombra eterna.

Estaba sentado en el campo cerca de la cascada, al lado izquierdo de esta y suspirando. Cogiendo una piedra y tirandola al agua, imaginándome que es la vida. Esa vida, golpeandola con ese objeto, sin que nadie la protega, indefensa totalmente. Esta noche sería larga..

Una esbelta y hermosa mujer, o mejor dicho, chica salió de aquella cascada. De aquella vida que ella salvó, ya que sino fuera por ella, esta hubiera quedado partida en trozos cada vez más pequeñitas hasta que cada trozo se hundiera en lo más profundo de sí mismo.
Sin embargo, esa joven había interrumpido mi tranquilidad en esta cálida noche, cosa que no la perdonaría, siendo así el castigo de ni siquiera mirarla y mucho menos de dirigirla una palabra. Esta buceó hasta salir del agua. Al parecer nadaba bastante bien, ¿habría pasado bastante tiempo en el agua en su vida? Al parecer, en estas horas que había pasado ella aqui sí. Se podía notar perfectamente la arrugación del cuerpo de ella, sobretodo en las manos, la piel ya casi seca..

Se colocó a mi lado y mi nariz se activó, oliendo el olor que embriagaba a esa jóven. Aquel perfume casi disipado por el agua y la noche, me hacía a mí mismo embrigarme en el, en el olor tan dulce que desprendía cada movimiento de ella. Me quedé callado, tirando otra piedra al mismo sitio en la que tiré antes, sin desprender ningún gesto o habla.

Sus palabras cayeron en mi vacío de mi ser, siendo ignorandas totalmente. Sin embargo, de reojo, miraba su sonrísa. Esa sonrísa que hizo al menos sentirme alejado de cualquier problema y oscuridad por un momento, de cualquier problema o petición del gobierno, siendo opacados ambos por una sonrísa de alguien que acababa de conocer. No era mi personalidad esa, ni tampoco lo que me enseñaron mis maestros asesinados por mí, menos uno. No tenía que sentir nada, sólo odio y rabia. Matar sin escrúpulos, sin sentir nada cuando penetro con mi espada una piel y su sangre se baña en mí. Pero aquella sonrísa me libró por esos segundos de todo eso, de mis cadenas forjadas durante años, pero estas volvieron al notar su dedo corazón en mi frente. Como acto reflejo, hice fuerza con mi frente, tirandola al agua. Antes de eso, me dí cuenta de lo que había dicho, así que me levanté rápida y velozmente, agarrándola de la mano y sujetandola antes de caer. Me quedé asi, sintiendo su mano. Como era de esperarme, su mano era tan calida y confortante como su sonrísa y olor.

- Perdona, fue un acto reflejo. Mi mente y mis músculos reaccionan automáticamente, defendiéndome de cualquier accción contra mi. - dije, mirandola por primera vez, directamente a los ojos. Después de todo, tenía que dar a conocer mi voz después de mi acto. Un silenció llenó el agua y el campo durante unos momentos, hasta que pensé que la sería molesto sentir mi mano durante tiempo, así que hice fuerza con la mía, moviendola hasta un sitio seguro y una vez ahí, soltando esa luz. Era bastante raro, tanto calor y dulzura en un mismo ser...

Algo me envolvió, algo me hizo sentir una calidez mayor a la anterior. Eran los brazos de ella lo que me proporcionaba esta calidez, concentrándose en sus brazos, los cuales me rodeaban. Era cómo una luz cubriendo mi oscuridad infinita, mi odio acumulado durante años, disipado totalmente por unos brazos desconocidos. Mis ojos se cerraron de forma automáticamente, deseando en lo más profundo de mi alma, que nunca se separará. Ese era mi deseo, por lo menos, de momento.

Por mi desgracia, ese deseo quedó disipado, notaba como esos brazos me dejaban, tenía que hacer algo. Posé mis manos en la cadera de ella, y, haciendo fuerza, la junté de nuevo junto a mí. Volví a sentir la luz que me rodeaba, cosa que me hizo esbozar una pequeña sonrisa y apoyar mi cabeza en el hombro de aquella extraña sombra debido a la oscuridad. Suspiré lentamente, sacando el aire en pequeñas pausas y a la vez apretándola con fuerza, sin decir nada ni estropeando el momento. Sólamente quería estar así, sin decir ni hacer nada más.

Aquel beso fue como si algo naciera dentro de mi pecho, como si algo suyo:, un gesto, un movimiento, una acción, me perteniecese y me haría vivir durante toda mi vida o hasta que esta durase. Sinceramente, casi nadie me había hecho sentir todo esto en sólamente un rato. Sólo odio, rencor y furía. Sentimientos de odio y maldad. Esto era todo lo contrario, se sentía calido...
Sin embargo, algo se acercaba. Tenía que protegerla, decirla algo para que ella misma se fuera o yo obligarla a hacerlo. No quería distanciarme de ella para nada, pero...por su bien y por el de mis sentimientos, tenía que hacerlo.

La solté completamente. Sentí cómo si algo se expulsase de mi ser, muriese en este momento tan especial para mí. Dejé con un suspiro a ella y a este momento, mirándola por última vez y desapareciendo entre el agua y la oscuridad.